La actividad de vendedores y artistas en los ómnibus del Sistema de Transporte Metropolitano será regulada por la Intendencia de Montevideo a partir del ajuste de un decreto aprobado por la Junta Departamental en 2013 que nunca había sido reglamentado hasta ahora. La forma de reglamentación será a partir del registro de los trabajadores a través de la tarjeta STM.
Los artistas callejeros tendrán ahora los mismos beneficios que cualquier trabajador. Foto: Josefina Mösle.
Todas las mañanas, Eduardo Silva deja a su hija en la escuela y se transforma en Marito Silva, un gaucho. Marito se sube ocho horas al ómnibus con el objetivo de hacer reír a la gente. Antes de Marito, Silva fue Luisito, Abundancio, Generoso Solidario, Cholo e infinidad de personajes más. Lleva 17 años actuando en los ómnibus de la capital y el mismo tiempo luchando para que se concrete la regularización de su trabajo.
Al respecto, el director de Movilidad de la IMM, Pablo Inthamoussu, explicó a Fuente y Palabra que la idea es regular la actividad para que se desarrolle “en condiciones adecuadas, sobre todo preservando la tranquilidad del pasajero”. El jerarca anunció que ya se empezó un diagnóstico de la situación con el Ministerio de Desarrollo Social (Mides) para que los trabajadores puedan tener seguridad social y que la Intendencia está trabajando para que el trámite pueda ser vía web. Inthamoussu estableció que la tarjeta STM será la llave que le permita al trabajador desarrollar su tarea, ya que “el que no tenga la tarjeta no va a poder desarrollar su actividad en los ómnibus de la zona urbana de Montevideo”.
La comuna está en diálogo con las sociedades de trabajadores involucrados para considerar su punto de vista en el nuevo ajuste. Estas organizaciones, como Artistas Callejeros Asociados (A.C.A.), la Sociedad Uruguaya de Actores (S.U.A.), M.A.E.U.A. (Mesa de Arte Escénico, Urbano y Alternativo) y S.U.V.A.T en caso de los vendedores, apoyan la regularización de su situación laboral. “Nosotros, desde las tres líneas que involucra esta medida: los vendedores ambulantes, A.C.A. y M.A.E.U.A., que forma parte del Sindicato Uruguayo de Actores, estamos en nuestra mayoría completamente de acuerdo con esta medida”, afirmó Silva, que además de actor callejero es cofundador de A.C.A. y delegado de M.A.E.U.A.
Los requisitos necesarios para adquirir la tarjeta STM en calidad de artista o vendedor son, en primer lugar, estar inscripto en la nómina de las asociaciones antes mencionadas que participan en la regularización. En segundo lugar, presentar cédula de identidad vigente, carné de salud corriente y comprobante de domicilio. Además deben estar aportando a través del monotributo social o la Ley del Artista, lo cual les proporciona número de RUT, boleta y recibo de sueldo.
Estos dos últimos métodos de aporte establecen el cambio más importante que incorporará esta nueva reglamentación. El pago se exigirá por medio de dos formas: la primera, el monotributo social del Mides, con la cual los artistas y vendedores deberán pagar un aporte mensual de $300 el primer año, $600 el segundo, $900 el tercero y $1.200 a partir del cuarto; no da cobertura mutual pero asegurará a los contribuyentes beneficios de seguridad social. “Está perfecto para aquel que va probando este rubro como trabajo”, afirmó Silva. La segunda forma es el aporte a través de la Ley del Artista, y si bien de esta forma el abono es mayor, hay más beneficios. Los artistas registrados incluso pueden proponer su trabajo a la IM y ser contratados para festivales.
Esta segunda manera de aportar fue creada para el artista nacional, no sólo para el callejero, y constituye un beneficio para los artistas por sobre los vendedores, quienes no tienen otra alternativa que abonar mediante el monotributo social. “Es un aporte a la caja que incluye el Fondo Nacional de Salud (FONASA) y a partir de la cual se reconoce un año de trabajo cada 150 jornales”, explicó Silva. Los artistas que se amparan en esta ley deben estar registrados en el Registro Nacional de Artistas del Ministerio de Trabajo. El delegado explicó que en el caso de la Sociedad Uruguaya de Actores, se tiene que presentar una constancia de estudio en escuela de teatro o talleres y de participación en al menos tres obras de teatro.
Como toda reglamentación, la misma acarrea también algunos deberes y exigencias, como por ejemplo, presentarse a trabajar siguiendo ciertas pautas de aseo personal, regulando el tamaño de los bolsos de los vendedores y estandarizando el volumen de las presentaciones artísticas. Se prohibirá el “faldeo”, es decir, dejar la mercadería en la falda de los pasajeros, y se establecerá para los vendedores un reglamento de tipos de producto que podrán venderse en el ómnibus. El caso de los artistas es donde el director de Movilidad encuentra más dificultad, porque es difícil determinar qué es arte y qué no lo es.
A propósito de esto, Richard Delgado, sociólogo encargado de llevar adelante esta regularización, declaró: “nosotros nunca decimos quién es o no artista, sino que estamos pidiendo que las organizaciones lo determinen”, para luego procesar esa lista e incorporarla a la base de datos.
Por su parte, Guillermo Noble, presidente de A.C.A, confirmó a Fuente y Palabra que se pueden subir hasta tres artistas por ómnibus, y que el horario se conserva como está fijado en el decreto, de 6 de la mañana a 1 de la madrugada. En relación a la estandarización demandada por la Intendencia para los artistas, el presidente aclaró que en la asociación no entienden este punto, y que del mismo “todavía no se habló con nosotros”. Sin embargo, afirmó que el diálogo con la Intendencia es fluido.
Con respecto a ello, Inthamoussu manifestó que la Intendencia ha hablado con todos en el sistema, y que justamente fueron las asociaciones de artistas las que sugirieron la incorporación del aporte a través de la Ley del Artista. Contrario a versiones que circularon en la prensa, el director enfatizó que “hay una visión de recaudación que no es correcta”, dado que la Intendencia no recauda a partir de esta medida “porque el monotributo social del Mides se gestiona por el BPS; incluso la tarjeta es gratuita para que no sea un impedimento para nadie”.
Todo lo declarado por el director de Movilidad de la Intendencia fue posteriormente desmentido por el edil nacionalista Diego Rodríguez, quien calificó la reglamentación como “abusiva” y “desmedida”, ya que considera que hay otros temas más importantes que hacer en la ciudad antes que “cobrarle impuestos a los que no tienen”. El edil apuntó al Intendente Daniel Martínez, alegando que “no le queda de dónde rascar, dentro de poco va a poner impuestos por respirar”. Rodríguez cuestionó la forma en la que se controlará esta regularización, dado que para él sería imposible poner un inspector en cada ómnibus de Montevideo. Como alternativa, propuso que la Intendencia se dedique a conseguirle un trabajo formal y “genuino” a estos trabajadores, capacitándolos y preparándolos para que ingresen al mercado laboral. “Me cuesta creer que para aquellas personas que están arriba de un ‘bondi’ para pagar la pensión, para comer o para llevar un mango a la casa la Intendencia les quiera encajar un impuesto”, expresó el edil nacionalista.
Aunque al proponer esta iniciativa desde la Junta se estimó que en Montevideo más de 2.000 personas trabajan en los ómnibus, Silva cree que 200 trabajan como músicos y sólo ocho como actores, mientras que los vendedores son aproximadamente 250. Cada uno trabaja en un promedio de cuatro coches por hora regularmente. Gabriel Correa, actor callejero, alegó que para los artistas no es sólo regularizarse sino también “limpiar la calle”, dado que algunos compañeros “se visten mal o tratan mal a la gente, y en vendedores pasa lo mismo. Lo que la Intendencia quiere es limpiar y regularizar”. No obstante, a pesar de los beneficios, hay personas dentro de las asociaciones que están en desacuerdo con los términos de la regularización. “Dicen, ‘vamos a dejar de ser libres’; yo voy a seguir siendo libre, yo voy a hacer el coche que yo quiera en el momento que quiera”, expresó el artista, quien además definió a la regularización como un beneficio tanto en el presente como en el futuro.
Siguiendo la misma línea, Silva tampoco entiende por qué hay gente dentro de la asociación que está en desacuerdo con la reglamentación, aunque admitió que constituyen un porcentaje verdaderamente minoritario. “Muchos de los que están en desacuerdo nunca participaron de una manera activa en la asociación; a muchos no los vimos en la Intendencia, mientras nosotros perdimos horas de trabajo luchando por la dignificación del artista”. A su vez, el actor explicó que al principio hubo mucha resistencia a la reglamentación del arte callejero, un poco por la mala actitud frente al trabajo de algunos de sus compañeros y otro poco porque la sociedad montevideana “no asimila al artista callejero, lo ve indigno, pero en otros países lo elogian y valoran”.
Carlos Torrents, vendedor ambulante en los ómnibus, declaró en conversación con Fuente y Palabra: “La gente nos tiene lástima, yo quiero cambiar eso. Yo a veces digo, ‘hay un mundo mejor, depende de nosotros poder encontrarlo’”. El vendedor señaló que la reglamentación del decreto es importante tanto por la jubilación como por el reconocimiento social de su trabajo. Torrents trabaja hace 30 años en Montevideo; llegó a vender desde libros a llaveros, mochilas y golosinas. “Te imaginarás que si hice esto por 30 años es porque mal no me va”, concluyó el trabajador.
Del lado de los artistas ocurre lo mismo. Hoy, Silva vive completamente del espectáculo. El ómnibus le ha dado la oportunidad de estudiar y lograr mantener a su hija, y gracias al mismo le han surgido trabajos en fiestas y eventos tanto en la capital como en el interior del país. Incluso le ha permitido trabajar en el exterior, tanto en Brasil como en Paraguay. “Cuando recién empecé a actuar, la escena en el ómnibus no era algo muy común, ver a un actor en el ómnibus era raro”, cuenta, “pero con el tiempo me fui ganando mi espacio. Hoy la respuesta es muy buena, el público se ríe, te besan literalmente, te aplauden, te elogian, se enojan, rezongan, vienen serios, sonríen. El público demuestra su afecto. Algunos pasajeros se han convertido en amigos”.
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