Tomás Gaeta, Santiago Medina, Josefina Mösle. Con la tecnología de Blogger.

"Prefiero dejarme sorprender por la vida"

Foto para “Setiembre”, disco lanzado en 2014.

Entrevista a Valeria Lima (Parte I)
Por: Josefina Mösle

Cualquier lugar se enciende cuando llega Valeria Lima. Su voz potente llena la estancia y su altura y elegancia hacen que todas las miradas se dirijan a ella. Con esa misma postura y tras más de treinta años de carrera, Valeria se ha ganado su lugar entre las figuras del tango uruguayo. Hoy disfruta de sus satisfacciones más grandes: por un lado la maternidad y por otro, transmitir todo su conocimiento en su academia de canto.

- ¿Cómo recordás tus primeros años de vida?
Mi papá era maestro de primaria y trabajaba mucho en escuelas rurales, así que los primeros años de mi vida hasta los cuatro años yo vivía en el campo en Colonia. Como suele suceder, los maestros se instalan en la misma escuela con su familia o en un ranchito, literalmente, con techo de paja, piso de barro y con el baño afuera a unos cuantos metros y a unos dos kilómetros de la escuela donde trabajaba papá. Esos son los recuerdos que tengo de mis primeros años; empecé a caminar en la escuela ayudada por los alumnos de él. Te diría que a pesar de que era muy chiquita lo recuerdo muy bien y es una de las etapas más felices de mi vida.

- Comenzaste a trabajar a los seis años. ¿Cómo fueron tus primeras inmersiones en ese mundo?
El canto es algo muy importante en mi vida. En realidad, mis primeras incursiones con el canto fueron precisamente en esa etapa. Según me cuentan, yo cantaba con papá desde los tres años. Antes a mí me parecía increíble, pero ahora con una hija que está a punto de cumplir tres entiendo que es posible, ella ya lo hace también. Empecé a cantar con él en los actos de su escuela, y, en realidad, lo que yo siempre cuento es que no tuve elección, yo mamé música junto a él, que era cantante, guitarrista, particularmente de folklore, de música popular, música melódica. A los seis años hice mi primera presentación oficial en la ciudad de Colonia Valdense y siempre la marco como mi primera presentación oficial porque a los seis años cobré por primera vez por mi trabajo: $20, y me hospedé por primera vez en un hotel junto con él. Yo tengo un recuerdo de eso como si hubiera sido un viaje a Nueva York, cuando en realidad estaba cantando a 10 kilómetros de mi ciudad natal, que es Rosario, pero viajar con él, quedarnos en un hotel y pasar la noche era algo atípico y algo que no estaba a nuestro alcance tampoco; estaba sucediendo porque tenía que ver con el trabajo. Yo nací con música y me la fueron, así, como "metiendo" y durante mucho tiempo y hasta hace no tantos años no tenía claro si yo había elegido o lo había hecho por obligación. Pasé por muchas etapas conflictivas. Hoy lo tengo más que claro, pero ha vivido conmigo y seguirá viviendo siempre.

- ¿Tuviste el apoyo de tu familia?
Como decía anteriormente, esto del apoyo de mi familia, mi mamá nunca estuvo vinculada a la música, simplemente respetaba lo que veía que mi papá y yo hacíamos; ella cero musicalidad. Con mi papá era habitual, o salíamos a cantar los fines de semana o estábamos cantando en casa todo el tiempo. Mi vida como niña en ese sentido no era normal, posiblemente si tenía un cumpleaños o una actividad el fin de semana no podía ir porque tenía un show en algún lugar del departamento de Colonia. Desde lo familiar el apoyo siempre estuvo de parte de mi mamá en el sentido de estar a las órdenes para todo, nunca me iba a faltar el bolso con la ropita armada; con lo que ella podía ayudarme, me iba a ayudar. Siempre estuvo presente acompañándome mientras fui niña y adolescente, cuando empecé a viajar más sola y a cantar con otras formaciones, no tanto en familia. Ella iba conmigo a todos lados. Hay mucha gente que tiene el recuerdo de mi mamá al lado mío siempre cuidándome y siempre teniendo todas mis cosas prontas, listas, esa era su forma de dar amor, resolviéndome las cosas. Con mi papá éramos más unidos en cuanto al abrazo, a sentarme en la falda, y mi mamá era la que daba amor desde la solución de las cosas, desde la ropa, desde la comida, desde todo eso. Pero puedo decir que el apoyo en cuanto a lo que tiene que ver con elegir la música siempre estuvo.

- ¿Qué sentías cuando empezaste a ganar concurso tras concurso?
Hubo una etapa en la que para mí fue un juego. El primer concurso lo gané con nueve años, no entendía bien de qué se trataba. Era un juego, y si ganaba, obviamente mejor. Después ya un poco más grande viví algo que fue bastante duro para mí y que me costó mucho tiempo poder compartirlo y hoy lo hago porque me parece que saqué de eso una enseñanza que me gusta poder transmitir para que no lo vivan otros de la misma manera. Tiene que ver con que mi padre tenía una forma muy particular de ver las cosas y de educarme. Él me educaba en la competencia desde un lugar que no estaba bueno. Entonces llegó un momento en el que yo no tenía "permiso" para perder, para ser una mala estudiante, para equivocarme, no se me permitió frustrarme, lo cual creo que es un error y que uno tiene que estar preparado en la vida también para eso. Y tuve la suerte, o no sé cómo llamarlo, de no haber perdido nunca un certamen de los que me presenté. Eso se puede ver como algo muy positivo; claramente lo fue y me abrió muchísimas puertas, pero yo creo que hubiera estado bueno también que eso alguna vez no sucediera y contar con el apoyo de mi familia y entender que la vida no se trata de ganar solamente, y no se trata de competir, o más bien se trata de competir con uno mismo y de ser cada día una mejor versión de uno mismo. Es lo que hoy trato de enfrentar, y es lo que transmito a mis alumnos y a mi hija y a quien pueda hacerlo. Pero me costó mucho tiempo esto de no ser la primera, de no tener la mejor nota; yo sabía que detrás de eso venía una pena o un castigo, así que costó mucho poder permitirme la equivocación, el error. Con respecto a los concursos, nunca viví esa experiencia, la de perder, y ahora la vida ya me encuentra en otra etapa; también hay que saber distinguir en qué momentos uno debe o no presentarse a este tipo de certámenes, y creo que ya no estoy en esa etapa de hacerlo.

"La vida no se trata de ganar solamente,
y no se trata de competir, o más bien se
trata de competir con uno mismo y de
ser cada día una mejor versión de uno mismo"

- ¿Cómo terminaste participando en el programa "Casting"?
Lo de Casting es muy interesante y divertido porque a mí me gusta lo que hago pero me cuesta mucho tomar las iniciativas, me cuesta mucho decidir que voy a ir a cantar a un lugar, decidir encarar determinadas cosas. Yo siempre necesito apoyo, motivación de cómplices, y anotarme por mi cuenta para un concurso difícilmente fuera a suceder. Entonces, cuando apareció Casting, una amiga muy querida, que se llama Valeria también, se enteró de que se iba a ir haciendo una preselección por distintos departamentos, así que directamente fue y me anotó en San José, en el Teatro Macció, donde se hacía una de las primeras instancias. Fue y me avisó, sencillamente. "Te tenés que presentar tal día a tal hora con un par de pistas para concursar porque parece que se viene un programa de televisión que va a estar buenísimo y vos tenés que estar ahí". Así que ese día, entre quien era ese momento mi novio, mi mamá, mi amiga y mi hermana, me llevaron en la camioneta de mi amiga a San José, y "a cantar se ha dicho sin previo aviso". Yo creo que hicieron bien y les estaré eternamente agradecida.

- Haber ganado Casting fue un punto de inflexión en tu carrera, ¿cómo lo viviste? ¿Qué fue fundamentalmente lo que cambió, profesionalmente y en lo personal?
Cambió absolutamente todo. Ya lo he dicho millones de veces, me siento reiterativa, pero Casting fue un antes y después, fue la exposición, lo que implica la televisión: la llegada a las familias en todos los puntos del país. Este año se cumplen 15 años de que se emitió Casting a través de Canal 12, y la gente sigue recordando el programa como si recién hubiera pasado y me siguen parando en la calle y diciéndome "yo te voté, yo llamé por teléfono, me estás debiendo facturas telefónicas porque yo voté por vos, yo sabía que ibas a ganar". Seguimos teniendo esas charlas como si esto hubiera pasado realmente ayer. Eso es precisamente lo que genera la televisión, por eso también me animé a dar ese paso, porque, a diferencia de otros compañeros con los que compartí el programa, que ya tenían una vida hecha, otros trabajos o incluso ya tenían familias, yo era muy jovencita y tenía claro que esta iba a ser mi vida y que yo quería esto. Así que cambió mi vida en ese sentido, esto de volverse relativamente conocida en un país tan pequeño. Lo otro que cambió fue que cuando gané el programa me vine a vivir a Montevideo, entendiendo que yo no podía quedarme sentada creyendo que por haber ganado un programa de televisión ya estaba todo dicho, porque en realidad eso se enfría y se olvida inmediatamente. Nadie iba a ir a golpearme las puertas si yo no mantenía justamente esas puertas abiertas. Y entender que esto de la música y del arte también tiene una parte que se llama lobby, que es estar presente, cerca de los eventos, de un cóctel, no solamente estar sobre el escenario; es mucho más que eso. Empezar a entender sobre producción, sobre estética, sobre un montón de cosas, y eso no lo podía hacer estando en Colonia, así que me instalé en Montevideo y me dediqué de lleno a esto aprovechando por supuesto todo lo que aquel programa me dio, que fue muchísimo.



- Teniendo una trayectoria de 31 años en la música, ¿cómo viviste tu evolución?
Qué difícil contestar cómo ve uno su propia evolución. Esto es muy personal y puede sonar pedante, pero yo estoy hablando de lo que yo veo de mí, que a veces tal vez la gente ni lo nota, pero mi evolución ha sido constante. Soy muy inquieta, soy muy estudiosa y soy demasiado perfeccionista por momentos, un poco por lo que decía antes, porque hay cosas que no me permito, porque no me permito fallar, equivocarme. Yo siento que sigo evolucionando permanentemente y hoy en día teniendo una escuela de canto estoy entrenando diariamente muchas horas, entonces por más que esté dando clases yo también estoy ejercitando durante todo el día mis cuerdas vocales. Todo mi cuerpo y mi voz han crecido muchísimo desde que abrí mi propia escuela. Ha crecido mi registro vocal, porque las cuerdas vocales son músculos y al estar entrenando todo el día y explicando y dando ejemplos para los alumnos, eso hace que yo mantenga un ritmo en training que no tenía antes, por más que me mantenía cantando. Esto es diferente, a veces son ocho o nueve horas diarias de clase y siento que tengo la voz cada vez mejor en ese aspecto, que puedo tolerar después grandes espectáculos, tiempos de gira o de ensayo de otra manera. La evolución es constante y esta es una carrera que con el cuidado, la conducta y la disciplina necesarias puede ser muy larga. Hay grandes cantantes que hoy a los 80, 90 años están cantando maravillosamente bien. Yo siempre pongo de ejemplo a Mercedes Sosa, que fue una mujer que cantó hasta su fallecimiento, pero que además tomó clases hasta sus últimos días, porque por más que uno sea un profesional, siempre está bueno recurrir a un docente para pararse del otro lado del mostrador y hacer algunos ajustes, hacer chapa y pintura porque hay cosas que corregir y vicios que uno va incorporando que un nuevo docente puede detectar. Así que eso es lo que yo hago de vez en cuando también, ir a hacer algunos ajustes de mi voz, que, insisto, creo que evoluciona permanentemente. Lo que espero con todo mi corazón es que eso se perciba en los espectáculos y en los repertorios que voy decidiendo abordar.

- ¿Cómo y por qué surgió la idea de comenzar con tu academia?
Empecé a dar clases en mi casa, casi por accidente. Siempre me gustó muchísimo la docencia; yo ya había tenido mi escuela de locución en Rosario. Siempre por algún lado estuvo presente y eso lo heredé de papá. Quise ser maestra de escuela y él no me lo permitió, así que lo hice por el lado de la música. Empecé a hacerlo en mi casa porque me preguntaron "¿vos das clase?", un par de chicos conocidos y dije, "sí, dale, me animo" y arranqué. Con el tiempo cuando quise acordar tenía en una pequeña habitación de cuatro por cuatro treinta alumnos que concurrían semanalmente. Esos treinta alumnos que iban en forma individual o en grupos muy pequeños, muy reducidos, empezaron con la inquietud de hacer una fiesta de fin de año para conocerse, porque por ahí se cruzaban en la puerta cuando tocaban el timbre y uno entraba y el otro salía, pero querían conocerse más, escucharse, cantar, y ahí surgió la propuesta de hacer una fiesta de fin de año, que era algo que yo nunca había pensado. La hicimos en el Hotel Sheraton, fue un éxito y ahí empecé a barajar la posibilidad de abrir mi propia escuela. Trabajé un año más en mi casa y, junto a quien hoy es mi marido, Franco Polimeni, decidimos abrir una escuela de formación integral de cantantes y jugarnos a esta locura en un país tan pequeño y donde todos estos emprendimientos son tan difíciles realmente. Cuando digo “formación integral” me refiero a que nuestro trabajo apunta a que quien salga de nuestra escuela esté preparado para todo: para cantar, para saber cómo vestirse, armar y producir un espectáculo, porque lamentablemente en algún aspecto (aunque también tiene sus cosas buenas) en este país la autogestión es lo que caracteriza al artista uruguayo. Tenemos que saber hacer un poco de todo para poder concretar nuestras propias producciones y nuestros shows. Así que esa es la idea: queremos que de aquí salgan grandes voces, grandes cantantes con muy buena técnica, pero también preparados en forma integral.

- ¿Cómo sentís el transmitirle tu experiencia, conocimiento y esencia a otros a través de ella?
Me gusta muchísimo ese concepto de "transmitir experiencias" en vez de "dar clases", porque lo que nosotros hacemos es transmitir experiencias. Obviamente hemos estudiado mucho tiempo para eso, pero también está la otra parte que tiene que ver con lo que te decía antes, que es cuando uno ha vivido mucho y ha tropezado mucho, cuando uno se topa con cosas que no están bien hechas en los distintos ámbitos donde nos presentamos, tiene la necesidad (por lo menos eso nos sucede a nosotros dos) de que nuestros alumnos no vivan la misma experiencia, entonces en nuestras clases exponemos lo bueno y lo malo que nos ha pasado, lo mejor y más lindo de esto, las luces y los flashes, pero también los lugares en donde hemos sido destratados como artistas, donde no hay una botella de agua para que el artista tome antes de subirse al escenario, donde se pretende que un artista vaya a hacer un show de una hora y media sin pagarle lo que merece, lo que corresponde, que es una forma además de valorar sus estudios, lo que uno ha invertido en estudiar, en comprar sus instrumentos, en prepararse. Así que se trata de transmitir experiencias, de entender que hay cosas malas, cosas buenas, que hay que poner todo en la balanza; que las cosas se pueden hacer pero hay que poner los pies en la tierra y estar empapados en todos los temas.


"(Dar clase) se trata de transmitir experiencias,
de entender que hay cosas malas, cosas buenas,
que hay que poner todo en la balanza"

- Una vez dijiste en una entrevista que "la gente merece lo mejor del artista sobre el escenario"; ¿esa frase define un poco tu postura frente a tus espectáculos?
Yo creo que antes que nada el público merece respeto absoluto. Para mí, una persona que paga una entrada para verme en un show merece que yo no solamente cante bien, haya preparado mi repertorio, haya ensayado, sino que se presente bien también a los ojos del público, estéticamente hablando. Ese es mi concepto, es muy personal y puede ser discutible. Yo cuido muchísimo todo, todos los detalles de cualquier espectáculo que hago, toda la producción, la presencia de mis músicos, el atuendo con el que me voy a presentar, el peinado y el maquillaje. Creo que en ese momento la gente se sienta a soñar, a vivir de alguna forma una ilusión y en el mundo y en Estados Unidos está lleno del concepto de los ídolos, la gente necesita esa figura, viajar a ese lugar por diferentes razones en determinados momentos de su vida, aferrarse a esa magia y a esas cosas por un ratito. Pasa que aquí en Uruguay no lo permitimos tanto, no permitimos que sea considerado famoso alguien que es el vecino de la esquina, que lo conocemos de toda la vida. Somos muy duros con los artistas. A mí me gusta que la gente me escriba preguntándome qué me voy a poner, si ya sé qué vestido voy a usar para el show y que fantaseen con eso y jueguen con eso y hasta que lo descubran en el momento que aparezco en el escenario. Hace muchos años que tengo quien me peina, quien me maquilla, quien diseña mis vestuarios, porque creo que forma parte de esto, es un juego, es un ida y vuelta con el público muy lindo que empieza en el momento que me subo al escenario y termina en el momento que me bajo, y luego de sacarme fotos y compartir ese rato tan lindo que me gusta compartir en el hall de los teatros con el público y cerca del público donde recibís los comentarios más maravillosos y las cosas más lindas y las críticas y los consejos de la gente, sus regalos, sus historias de vida. Luego de eso termina todo y el artista vuelve a ser Valeria que es madre, que es esposa, que es docente, pero creo que sí, hay que respetar al público y que ese rato de magia tiene que estar muy cuidado en todos los sentidos.


- ¿Cómo ves a la escena del tango en Uruguay hoy? ¿Y del artista en general?
La escena del tango la veo muy difícil. No contamos prácticamente con ningún apoyo. Ha sido declarado patrimonio de la humanidad hace unos años ya y en su momento yo me acuerdo haber dicho en una entrevista que esperaba con todo corazón que eso no fuera simplemente lobby, que celebrábamos que fuéramos parte de esa declaratoria, pero que eso había que sostenerlo y fomentarlo, y siento que no ha sido así. La respuesta de los períodos de apoyo suele ser negativa y el espacio que hay para el tango en la capital es poco y en el resto del país es nulo. Todos los que hacemos tango, si la gente se fija un poco, trabajamos con la autogestión. Producimos nuestros propios espectáculos, si aparece un sponsor que pueda ayudarnos con todo lo que eso implica, genial, y sino lo hacemos igual y nos jugamos a que se vendan entradas y podamos costear nuestro trabajo y el trabajo de todos los técnicos y músicos con esas entradas. El apoyo es mínimo para el género. Hay demasiado apoyo para otros géneros y a mí no me gustaría que les saquen a ellos para nada, sino que se nos de más a nosotros, a quienes estamos defendiendo a puro pulmón al tango. Por otro lado, siempre se habla de lo que tiene que ver con Buenos Aires, con Argentina, que no tiene ni punto de comparación. Argentina siempre ha sabido trabajar el tango como un producto, como producto turístico y acá esa cabeza es muy difícil de lograr. En cuanto al artista en general, somos un país semillero de artistas, es impresionante, la relación entre el tamaño del país y la cantidad de artistas es muy loca. Es brutal. Yo creo que están pasando cosas buenísimas, creo que surgen artistas permanentemente, pero la historia pasa por el mismo lugar. Me parece que en lo que tiene que ver con políticas culturales hay que trabajar muchísimo más, hay mucho pendiente en eso.

"Argentina siempre ha sabido trabajar
el tango (...) como producto turístico y
acá esa cabeza es muy difícil de lograr"

- ¿Quiénes son tus inspiraciones musicales? ¿Y tus inspiraciones en la vida?
Las inspiraciones musicales son muchísimas. Han ido cambiando a lo largo de los años, a medida que han ido cambiando los gustos musicales, estudiando y conociendo. Ruben Juárez es ídolo máximo del tango para todos y lo es también para mí. Eladia Velázquez es una gran compositora también, pero después te puedo hablar de Frank Sinatra o de Tony Bennett o de Celine Dion. Es tan variado como son mis gustos musicales. Me inspira mucha gente que no es tan conocida, que no tiene difusión y que uno descubre cuando anda por ahí navegando en internet, paseando por YouTube y se encuentra con cosas maravillosas que uno se pregunta por qué no son conocidos, y la respuesta es bastante clara. Hoy me inspiran los grandes artistas pero también me inspiran alumnos que están estudiando en la escuela, que son monstruosos como cantantes, como artistas integralmente y uno empieza a aprender de ellos y a inspirarse por ellos y a conocer repertorio nuevo por ellos, así que esto es una retroalimentación muy linda. De mis inspiraciones en la vida, mi mayor inspiración fue mi papá, a quien todavía estoy terminando de conocer y de entender aunque ya no lo tengo hace seis años, y en este momento mi marido y mi hija son mis dos grandes inspiraciones todos los días.


- ¿En qué cambió tu vida tras la maternidad? ¿Y tu música?
Mi hija cambió absolutamente todo, y esto podría ser larguísimo. Mi vida tras la maternidad cambió radicalmente. Mi hija vino para enseñarme, uno cree que, por supuesto, tiene que cumplir ese rol por el resto de los años de vida que queden. Pero ellos vienen para enseñarnos mucho más de lo que nosotros estamos enterados, por lo menos cuando somos madres primerizas. Llegó para enseñarme que no tengo límites, que puedo ser capaz de cualquier cosa, que cuando crees que estás en el límite lo superás, y superás el límite del límite, y así sucesivamente. Eso me enseña mi hija todos los días. Me convirtió en una persona nueva, una persona que lo primero que le importa en la vida es su hija y después está todo lo demás, pero el primer lugar lo tiene ella. Soy feliz por ella, vivo por ella, canto por ella, en eso cambió mi música también. Ella es mi motivación, ella me ha motivado para que durante tres años seguidos yo haya hecho espectáculos en homenaje a la mujer, porque empecé a ver a la mujer de otra forma, a sentirme como mujer de otra forma, a valorar a las mujeres de otra forma, a dejar de juzgar a las mujeres en cualquier aspecto, en cualquier aspecto en la maternidad, en la crianza, en cómo se hace esto, aquello o lo otro, si está bien o mal. Desde que soy madre no juzgo porque aprendo todos los días, me equivoco todos los días, pero soy feliz todos los días con esos ojitos que me miran al despertar y que sé que necesitan de mí para existir, para estar, para ser felices, para criarse, para aprender y así que obviamente cambió todo y mi música también. Soy otra persona y la que me motiva es ella.


- ¿Te gustaría que tu hija siguiera tus pasos?
Yo quiero que mi hija haga lo que la haga feliz, sin duda alguna. No soy de esas personas que sueña con ver a su hija en un escenario. Claramente, si sucede, voy a ser muy feliz y ya está sucediendo, pero porque es inevitable. Ella nació rodeada de músicos, de música, ella nació viviendo en una escuela. Ahora ya no, pero convivía permanentemente con las clases. Su mamá daba clases con una panza enorme, y ella percibía todo, por supuesto. El sonido del piano, las voces, después daba clases con un porta bebés, tanto yo como su papá, y se convirtió en una niña muy social y muy musical que hoy ya anda cantando por ahí y que está tomando clases de ballet antes de cumplir los tres años porque le gusta y porque lo disfruta, sino ya no estaría ahí. Cuidamos muchísimo de sus deseos y vamos incorporando cosas a su rutina diaria a medida que vamos viendo que ella lo está pidiendo. Ya hay mucho de artista en todos los sentidos, es una gran actriz además. Eso pasa naturalmente porque no tiene opción, es lo que está mamando y está viviendo en su vida. Después, sea cual sea su elección, para mí estará bien sin duda alguna, y para su papá también.


"No me gusta adelantarme a los acontecimientos,
sino simplemente ir dejando que las cosas sucedan y disfrutarlas"


- ¿Cuáles son tus proyectos?

En este momento me agarrás en un quiebre muy especial de mi vida, nos estamos mudando, retirándonos un poquito de la ciudad de Montevideo para criar a Isabella en un ámbito un poco más relajado, más natural, más verde, no muy lejos, pero sí a unos 40 minutos de Montevideo para alejarnos de la locura que implica la ciudad, y para trabajar no solo en nuestra escuela sino también en nuestros proyectos personales como artistas. No soy de planear muy a largo plazo sino de ir dando pasos y enfocándome en lo que ya tengo por delante. Por ejemplo ahora voy a estar presentándome por primera vez en el Sodre el 29 de noviembre en la Sala Adela Reta, una sala de 2000 personas, lo cual ya causa un vértigo impresionante. Cuando digo 'por primera vez' me refiero a que yo he estado varias veces cantando ahí, pero siempre formando parte de otros colectivos; en esta oportunidad es la primera vez que voy a estar convocando con mi nombre como lo hice en el Teatro Solís hace poco tiempo también. Son nuevos desafíos que me voy poniendo por delante. Mi marido y yo somos muy inquietos y estamos permanentemente generando nuevos contenidos e ideas, grabando discos y grabando cosas en casa, así que mis proyectos a futuro tienen que ver con seguir alimentando una familia feliz, una familia llena de buena energía, de toda la paz que yo pueda brindarles, y de seguir haciendo música, de compartir la música en casa como ha sido siempre y desde ese lugar van surgiendo nuevos proyectos. No me gusta adelantarme a los acontecimientos, sino simplemente ir dejando que las cosas sucedan y disfrutarlas, disfrutar el momento y no acelerarme pensando en grandes cosas que a lo mejor no llegan. Si llegan es porque tenía que ser así, pero prefiero dejarme sorprender por la vida.



No hay comentarios