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Bienvenido a la hiperrealidad

Paul Higgs es un músico uruguayo que vive en Punta Gorda -cualquiera que escuche su música sabe lo importante que es el barrio para definir su identidad-. Muchos dicen que él es el secreto mejor guardado de Punta Gorda; él dice que ojalá no lo fuese.

Por: Pía Amorín


Foto por Pía Amorín


Paul Edward Higgs es un regalo al escenario cultural uruguayo. Con sus cortos 23 años, Paul ha cerrado el pacto con la música; musa a quien promete una eternidad. Aunque siendo hijo de Lulo Higgs -guitarrista de Días de Blues-, parecería que fue ella quien lo eligió. Con una trayectoria formal de no más de cuatro años, Paul Higgs hace una propuesta innovadora y orgánica al público uruguayo: música que combina funk, blues y psicodelia; todo “hecho con amor”.

A pesar de que se expresa sin problemas, Paul prefiere hablar lo menos posible y cantar lo más que pueda. Más que nada con los medios, porque piensa que raramente lo plasman como es. Con su lánguida silueta, sus rasgos delicados, su gran melena oscura y su voz profunda, Paul Higgs parece un hombre que come y respira en los años 70; sensible y conectado con sus emociones. El cuarto del poeta no declarado es una de sus grandes influencias, revelando perfectamente su personalidad. Su escritorio, por ejemplo, está lleno de peluches, muñequitos, fotos y dibujos que le han hecho sus amigos y una foto de George Harrison. Aparte tiene un perchero con ropa colorida (con prendas tanto de su padre como de su madre), varios zapatos clásicos, un toca discos antiguo y varios instrumentos. Un gran mélange. En este cuarto siempre hay algún tipo de música sonando, por la computadora, por el tocadiscos o por el propio Paul.

Naturalmente, Paul comenzó su vínculo con la música desde muy pequeño. Ya a los nueve años tocaba guitarra, y un par de años después, el bajo, la batería, el teclado, el piano y varias cuestiones digitales que compaginan lo que son sus discos. Para él, aprender a tocar guitarra significó un antes y un después en su vida. Hoy crea canciones que, a pesar de su temple simpático, son musicalmente complejas, no sólo por su contenido psicodélico y por la cantidad de instrumentos que se combinan, sino también por la composición lírica. Al escuchar los álbumes de Paul Higgs, es fácil darse cuenta que más allá de las temáticas mundanas (frutas, colores y temas más clásicos como el amor), es necesario leer entre líneas.

Paul explica que siempre intenta desafiarse a la hora de crear. Él ve el mundo del lenguaje como una especie de gran embudo, a través del cual atraviesan todo tipo de sensaciones y pensamientos. Cree que con diccionarios y formatos rígidos, estamos limitados a un cierto tipo de comunicación que no necesariamente expresa todo eso que queremos. Es por esto que muchas veces las letras de sus canciones pueden parecer un tanto bizarras; porque intenta evitar los típicos clichés gastados que sus ídolos (Fito Páez, Charly García, Beatles, etc.) ponen en juego. Igual apuesta a la innovación. Para algunas de las canciones de su nuevo álbum -Adivinanzas- que saldrá a fines de esta semana, Paul comenta que implementó un nuevo estilo que intenta conectar el final de cada frase con el principio de la siguiente, generando una especie de cadena sonora.

Pero uno de los elementos más interesantes de la música de Higgs -aparte de su carácter hipnótico y casi onírico- es cómo viene acompañada. Allá por el 2014 se formó la bella utopía de La Órbita Irresistible, una especie de sello discográfico independiente que minuciosamente reúne diez bandas nacionales (Adan Yeti, Algodón, Cascabeles, La Medio Siglo, Lenk, Los Cables, Mapache, Mountain Castles, Oso Polar y Piel). Y Paul fue uno de sus creadores. Para él, La Órbita (que tiene tres bastiones en Montevideo: el “Electaller”, la “Casa Yeti” y la “Cueva del Oso”) funciona porque los músicos están completamente sintonizados; funcionando juntos y haciendo todo por la composición de sus amigos. Algo interesante sobre su funcionamiento es que, a pesar de la cantidad de proposiciones que les llegan, La Órbita no trabaja con bandas externas que quieran ser parte. Para él, este no es un sello a donde las bandas mandan discos, sino que es algo para sus amigos.

La Órbita Irresistible surgió en el 2014 a partir de la necesidad de materializar “Algodón” (2014), el álbum debut la banda estrella de Paul Higgs: Algodón. En ese entonces, Paul tocaba con La Medio Siglo (una banda compuesta por amigos del liceo que tenía un sonido más duro y rockero) y sintió que estas nuevas canciones no encajaban con el estilo de su banda. Así nació este álbum; desde la necesidad de hacer un compaginado de lo que sentía en el momento. Compuesto por 17 canciones que fue fueron escritas, grabadas y producidas por él mismo, en su casa, el álbum abrió la puerta a una nueva etapa en la vida del músico. Desde entonces, sus canciones parecen ser mucho más abstractas y espontáneas.

Algodón es una creación un poco compleja de explicar. La banda está compuesta por Paul Higgs, Mariano Gallardo, Agustin Piña, Sebastián Rodríguez y Francisco Etchenique y hasta el momento llevan lanzados tres discos: Algodón (2014), Eucalipto (2015) y el más reciente, MariposasBlancas & Los Mágicos Elementos De La Suerte (2016). Al preguntarle cómo describiría su banda principal, Paul dijo que sería un “popcorn ultra psicodélico, tradicional, moderno y antiguo” que combina varios géneros: rock, blues, funk y hasta algo de country.

Lo más interesante de Paul Higgs y su querida Órbita es cómo su propuesta se diferencia tanto del resto en nuestro país. Ellos lograron la utopía: crearon su propio mundo e invitan a quien quieran sumarse. Siendo un tanto incomprendidos pero innegablemente fieles a sus intenciones, La Órbita Irresistible funciona en armonía. Sus propuestas en vivo y su estética general son realmente fascinantes. Con escenografías impactantes (que muchas veces vienen con proyecciones de la mano de Pichón Ameba), una presentación equilibrada (hasta en su ropa a veces coordinada), y una creativa difusión previa de afiches fantasiosos, La Carpa del Amor o La Disco Party son alguno fieles reflejos de su dedicación.




Foto por Pía Amorín

De lo que más disfruta Paul es de publicar las últimas canciones que escribió, aunque eso es algo que no puede hacer tan seguido, porque es normal que sus canciones se demoren en salir. Paul Higgs elige hacer música porque es el mejor método que ha encontrado para expresar sus sentimientos, algo muy importante para él. Para Paul, que escribe todos los días, su música es su diario personal, y por eso es que la variable tiempo es tan importante. Él piensa que tiene la capacidad de contar tantos aspectos distintos sobre su vida porque escribe una enorme cantidad de canciones. Pero no cambiaría su forma de escribir o su motivación de compartirla rápidamente porque así es como que logra transmitir “energía de la buena”. También le gusta incluir guiños en sus canciones, aunque dice que no tanta gente sabe captarlos. Explica que estos están en la letra, en risas, en respiraciones y hasta en tonos de voz.

 Al meditar sobre qué es lo que quiere decir con su música, Paul explica que en algún punto es como cantar “para que la gente trate de amar y trate de ponerse en el lugar de otras personas, poniendo la mejilla. Es lo mismo que dijo Jesus, pero fuera del contexto religioso. O hasta como los Beatles cuando cantaban All you need is Love. Algo así me gusta cantar, porque cuando me siento mejor en mi vida es cuando estoy así. (…) Las que tienen un mensaje de verdad, que pueden quedar y servir para la posteridad son unas que dicen cosas como esta canción: ‘asumilo, amar es la que va. Relajate, dale un beso a tu mamá. Relajarte, asumirlo ya’”. 

Aunque no todo es arco iris y brillantina en el mundo de Paul Higgs. Y su kriptonita quizás seamos los uruguayos. Siendo un eterno enamorado de su barrio y su ciudad capital, Paul explica que la idiosincracia uruguaya y su negatividad es lo que más lo hunde como mente creativa. “Hay un montón de energía positiva que iluminado la puedo ver y admirar. Gran parte de esta vida la puedo ver así, pero toda esa energía negativa es como una mochila”, dice con una profunda tristeza. “En algún punto, al hacer arte, me gustaría que eso sea visto por el mundo o que sea compartido, más que nada, porque es algo lindo, ¿entendés? Lo único que quiero es enfocarme en lo positivo y regalarlo”. Pero a pesar de que él crea sus canciones para sí mismo, otra de las cosas que más le preocupan es pensar que tiene poca difusión, cosa que piensa que en otros lugares (como Buenas Aires), naturalmente no pasa, por la cantidad de gente que hay. “Ahí tirás una bengala y alguien lo va a ver; alguien siempre se va a sentir identificado”.

El futuro de Paul Higgs es incierto pero sus aspiraciones son inamovibles. A pesar de que en este momento no piensa específicamente cómo sustentarse en un futuro (lo que gana en sus presentaciones sólo sirve para cubrir los costos del próximo evento), cree que en el algún momento será arreglista y productor, principalmente. Siempre grabando discos y organizando presentaciones con su querida Órbita, Paul se mantiene activo. A fines de este mes se irá un tiempo a la capital argentina a ver cuáles son sus posibilidades de crecer allí. Aparte, hay dos álbumes en lista de espera para Algodón: Adivinanzas y Taxidermia. Adivinanzas saldrá a fines de esta semana, justo antes del festival RIO de la Plata, el sábado 8 en el Parque Rodó.

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