Fuente y Palabra habló con Peter Hamers, diseñador nacido en Holanda, que dirige la escuela de diseño Peter Hamers Fashion Design School, ubicada en Baltasar Vargas entre Cavia y Timbó.
Foto: Facebook Peter Hamers Fashion Design School
Peter Hamers, que llegó a Uruguay pocos años después de finalizada la dictadura, se radicó en el país a partir de que comenzó a dar clases en escuelas de diseño. El diseñador dio su perspectiva sobre el evento: su centro a pasado a ser lo comercial.
“Moweek es una excelente manera de mostrar lo que hacés a un público grande. Con el descuento que provee Itaú la gente te saca las cosas de las manos. Ahora los stands ocupan mucho más lugar que antes. Es una forma de exponer la moda, pero se ha vuelto algo masivo y comercial”, afirma Hamers. Si bien mucha gente asiste y lo ve como un gran evento de moda, Hamers no está de acuerdo con que no se le dé un lugar para exponer a las personas que realmente lo necesitan. “Muchos diseñadores muy buenos no logran hacer plata con sus propias cosas”, dice.
También se cuestiona por qué se entiende a la moda como algo propio de las mujeres, y el hombre no tiene un lugar igual de importante que el sexo femenino en esta clase de eventos. “Una vez participé de la Moweek con un stand solo para hombres. Fue el primero y el último”, explica, haciendo referencia al reducido público masculino que atiende a esa clase de exposiciones. Hoy en día, a su entender, la clave está en “dar en la tecla” con respecto a lo comercial, y no tanto el valor de lo que hace un gran diseñador.
Hamers menciona otro tipo de eventos relativos a la moda que recién están empezando a incursionar en el Uruguay, y por lo tanto aún no tienen demasiado peso y difusión. Éstos son Expand y MOLA.
Expand, que realizó su primera edición en Uruguay en marzo de este año, reúne a distintos actores de la moda en una feria comercial y multidisciplinaria latinoamericana. MOLA es un evento también latinoamericano de moda sustentable que este año realizará su primera edición en nuestro país. “Se enfoca en cosas menos comerciales y más en la creatividad de los diseñadores”, dice Hamers, también haciendo referencia a la importancia que el festival da a la concientización sobre el medio ambiente y el reciclaje de prendas. “El Fast Fashion consiste en la compra de prendas por $300 o $400 en locales como Forever 21, pero esto favorece la miseria que ya existe en toda la industria”, plantea haciendo referencia a la mala calidad de la ropa y la esclavización de personas para la producción de la misma.
Hamers señala también la falta de conciencia a nivel mundial con respecto a este asunto. “El norteamericano tira aproximadamente 35 kg de ropa por año, y no cuentan con la infraestructura necesaria para para reciclar todo eso. Sale más caro reciclar que traer más contenedores de Bangladesh con ropa nueva”.
El diseñador no solamente cree en la reutilización de prendas, sino que él mismo se lo inculca a sus alumnos: en una instancia dio a miembros de su escuela 80 prendas que él ya no usaba, y como proyecto de clase debían transformarlas en ropa femenina. Las prendas recibieron una segunda oportunidad. “Recién corté siete sacos de diferentes telas. Las voy a mandar a confeccionar y esa será mi ropa para el próximo invierno”, dice con una sonrisa. “No compro ropa, me parece una estafa. ¿Por qué si yo puedo hacer un muy buen saco por $1000 me tiene que costar $3000 o $4000?”
Nota por:
María Pía Amorín
Rosina de Armas
Nicole Descoueyte
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María Pía Amorín
Rosina de Armas
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